12 noviembre 2011

¿Cómo se valora a una mujer?

En la sociedad de hoy, lo que más importa es la apariencia física. Nos enseñan por medio de la televisión, revistas,etc., que la belleza exterior es muy importante  y tenemos que cuidarla a través de los cosméticos, gimnasios,dietas...
Dios tiene una visión más amplia en cuanto a la mujer. Dios no se opone a la belleza. Nosotras, como mujeres podemos leer trucos de belleza o artículos que puedan ayudarnos para parecer más bonitas, pero sin obsesionarnos con el físico. Las mujeres quieren ser más hermosas, pero no saben que la belleza empieza por dentro y va floreciendo al exterior. La belleza se ve a través de los ojos del amor. Él creó a la mujer para el hombre (1º Corintios 11:9). Pero Dios le da más énfasis, a la belleza duradera, la interior, la que proporciona verdadera satisfacción.
Esta historia demuestra como la sociedad solo busca un físico bonito y no le dan importancia a lo más hermoso de una mujer, su interior.
"Una compañía de cosméticos hizo un descubrimiento importante. Pidió a la gente de una ciudad grande que le enviara fotografias y una breve carta para describir a la mujer más hermosa que conocía. En unas cuantas semanas la compañía recibió miles de cartas.
Una carta en particular captó la atención de los empleados, y enseguida la hicieron llegar al presidente de la compañía. La carta fue escrita por un niño de una familia separada que estaba viviendo en un vecindario muy pobre. Con algunas correcciones gramaticales, una parte de la carta decía: "Esta hermosa mujer vive en la misma calle que yo. Yo la visito todos los días. Ella me hace sentir el niño más importante del mundo. Jugamos a las damas y ella escucha mis problemas. Ella me entiende y, cuando me voy, siempre me grita desde la puerta que está muy orgullosa de mi"
El niño terminaba su carta diciendo: "Esta foto les muestra que ella es la mujer más hermosa del mundo. Yo espero casarme con una mujer tan linda como ella."
Intrigado por la carta, el presidente de la compañía, pidió ver la fotografía de esa mujer. La secretaria le entregó la foto de una mujer sonriente, sin dientes, de edad avanzada, sentada en una silla de ruedas. Llevaba el cabello grisáceo recogido atrás en un moño. Las arrugas, que formaban como surcos profundos en toda su cara, desparecían un poco gracias al brillo de sus ojos.
El presidente de la compañía dijo sonriendo. "No podemos usar la foto de esa mujer. Ella le demostraría a todo el mundo que no se necesitan nuestros productos para ser hermosa".
El pequeño niño había descubierto una verdad incalculable: la belleza, la verdadera belleza, empieza por dentro y luego va surgiendo hacia el exterior.